La humanidad en el trabajo

En un mundo laboral en constante evolución, la necesidad de habilidades adecuadas se ha vuelto crucial para la empleabilidad y el desarrollo profesional. La educación inicial y el aprendizaje a lo largo de la vida se presentan como dos soluciones clave para afrontar esta creciente brecha de habilidades. Según una encuesta reciente realizada por LHH, el 60% de los líderes empresariales creen que la demanda rápida de nuevas habilidades es la principal causa de la escasez de talento. A medida que la digitalización y la transición hacia una economía más verde cobran impulso, también lo hace la necesidad de un enfoque proactivo en la educación y la capacitación de la fuerza laboral.

La Conexión entre la Educación Inicial y el Mercado Laboral

Un desafío frecuente es la desconexión entre las habilidades que se enseñan en las instituciones educativas y las que realmente requieren los empleadores. En nuestra encuesta sobre líderes empresariales, un notable 48% de los encuestados de nueve países coincidió en que las brechas de habilidades se superan mejor al alinear las competencias enseñadas en la educación formal con las necesidades del mercado laboral. Esto subraya la importancia de promover modelos de educación que integren el aprendizaje en el lugar de trabajo y la formación profesional dentro de los caminos de educación superior.

Una estrategia efectiva sería involucrar a las empresas en el diseño de programas de formación más relevantes y aplicables. Esto no solo incrementararía la empleabilidad de los graduados, sino que también ayudaría a los trabajadores a adaptarse a entornos y tecnologías en constante cambio. La creación de una mentalidad de aprendizaje desde una edad temprana es fundamental. Las escuelas deben enfocarse en fomentar esta mentalidad entre sus estudiantes, preparando a la joven población para un futuro laboral incierto.

El Papel Crucial de la Educación de Adultos y el Aprendizaje Continuo

A medida que los trabajadores enfrentan transiciones en el mercado laboral, la educación de adultos y el aprendizaje a lo largo de toda la vida son de suma importancia. La actual falta de formación en habilidades de inteligencia artificial (IA), ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y competencias digitales destaca la urgencia de invertir en programas de formación adulta. A nivel global, se observa que el 60% de los líderes empresariales creen que la rápida demanda de nuevas habilidades está contribuyendo a esta crisis de competencias. Sin embargo, a pesar de la intención de fomentar la formación continua, los resultados son decepcionantes: solo el 39% de los adultos en la Unión Europea participa en formación cada año, y esta cifra disminuye aún más entre los adultos con habilidades bajas.

La diferencia en la disponibilidad de oportunidades de capacitación subraya la falta de acceso equitativo a programas de actualización de habilidades. Las políticas laborales y de formación deben examinar cómo llegar a aquellos adultos que más lo necesitan, incluidos trabajadores de bajos ingresos, mayores de edad o personas desempleadas. El desarrollo de conexiones más fuertes entre gobiernos, empleadores y proveedores de formación es esencial para redirigir el enfoque tradicional hacia un sistema que promueva un aprendizaje más inclusivo.

La Necesidad de Invertir y Reestructurar el Modelo de Capacitación Laboral

Para abordar la crisis de habilidades, no solo se necesita un cambio en la mentalidad, también se requiere una inversión significativa en capacitación laboral. A pesar de que la educación inicial recibe una media del 4.3% del PIB en gasto público en muchos países, el gasto público en formación laboral asciende apenas al 0.10%. Este desfase necesita ser corregido. Es necesario considerar una “Norma de Capacitación” que estipule una inversión de al menos el 0.5% del PIB en re-capacitación y formación laboral para 2035.

Existen ejemplos a nivel global de buenas prácticas que demuestran que la formación eficaz puede surgir de modelos adaptados a cada contexto nacional. Francia, por ejemplo, exige una cuantía del gasto en formación por parte de los empleadores, mientras que otros países han optado por utilizar cuentas de aprendizaje individual o créditos fiscales como incentivos. Lo esencial es que cualquier modelo adoptado debe involucrar a los empleadores para garantizar que la capacitación se ajuste a las necesidades del mercado laboral.

A medida que se redefine la función de los servicios de empleo públicos, es crucial avanzar más allá del arquetipo tradicional que apoya únicamente a los desempleados. Las metodologías deben actualizarse para poder incluir trabajadores activos que buscan mejorar sus competencias.

Innovación y Novedades en el Aprendizaje y la Capacitación

Un enfoque clave para fomentar el aprendizaje entre adultos es la promoción de métodos innovadores. Modelos como el aprendizaje basado en el trabajo, que combina la educación con la experiencia laboral, han demostrado ser eficaces en la formación de fuerzas laborales competentes y preparadas. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para que estos enfoques se implementen ampliamente. Las prácticas en países con sistemas robustos de formación profesional, como Alemania y Suiza, ofrecen ejemplos tangibles que otras naciones pueden emular.

Algunas organizaciones, como el Grupo Adecco, están liderando el cambio mediante la implementación de programas de habilidades que no solo benefician a sus empleados, sino que también generan un impacto positivo en la comunidad. Con más de 883,000 personas capacitadas en el último año, el Grupo ha demostrado que un compromiso serio con la capacitación puede tener resultados significativos en el desarrollo de competencias laborales.

Invertir en capacitación y actualización de habilidades no solo es beneficioso para los empleados, sino que también representa una inversión estratégica para las empresas. Las organizaciones que priorizan la capacitación pueden observar un retorno en forma de mayor productividad, retención del talento y reducción de costos asociados a la contratación de nuevos empleados.

El llamado a la acción es claro: todos los actores, desde los gobiernos hasta las empresas e individuos, deben colaborar para construir un futuro laboral en el que la educación y el aprendizaje sean accesibles, relevantes y continuos. A medida que enfrentamos los desafíos de un mundo laboral en rápida transformación, la inversión en habilidades se convierte en un imperativo que no podemos darnos el lujo de ignorar.

La brecha de habilidades es un desafío global que requiere soluciones integrales y colaborativas. La educación inicial y el aprendizaje continuo son componentes críticos en esta búsqueda. Los gobiernos, las empresas y los individuos deben trabajar juntos para garantizar que los trabajadores de hoy y del futuro estén equipados con las habilidades necesarias para prosperar en un entorno laboral en constante cambio. Este es un momento de cambio, y la inversión en educación y capacitación puede marcar la diferencia en el éxito de nuestra fuerza laboral.

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La Transformación de la Empleabilidad Post-Covid: De Títulos Académicos a Habilidades Prácticas

Desde la llegada de la Covid-19, el mercado laboral ha vivido una transformación radical. La automatización, la economía gig y la inteligencia artificial no son solo conceptos del futuro; su aceleración ha sido palpable en la realidad laboral del presente. En el contexto actual, el vínculo tradicional entre logros académicos y empleabilidad está siendo cuestionado. ¿Es realmente la acumulación de títulos la mejor manera de asegurar un futuro laboral exitoso?

La Covid-19 ha aportado una claridad sin precedentes sobre la necesidad de un cambio en el enfoque educativo. Con la incertidumbre económica y el aumento del desempleo, es evidente que la priorización de habilidades prácticas y aplicables tiene un peso mayor que el de un currículum académico tradicional. Este fenómeno se ha intensificado, con una OIT reportando que uno de cada seis jóvenes ha visto su acceso al trabajo gravemente afectado.

Dadas las predicciones de que nos dirigimos hacia un futuro donde el 85% de los trabajos que existirán en 2030 aún no han sido inventados, la necesidad de preparar a los estudiantes y trabajadores para el mercado es más urgente que nunca. Un enfoque basado en habilidades, que priorice la capacitación práctica y la formación profesional, puede ser el camino a seguir.

La Educación Profesional y Técnica (VET, por sus siglas en inglés) ha demostrado ser una solución efectiva. En muchos países, los graduados de VET tienen tasas de desempleo considerablemente más bajas que sus pares en educación general. Esta tendencia histórica sugiere que, al vincular la educación a las necesidades del mercado laboral, se obtiene una fuerza laboral más preparada y resiliente.

La colaboración entre empresas, instituciones educativas y entes gubernamentales se vuelve fundamental. Los programas de aprendizaje y formación profesional deben diseñarse de manera que se alineen directamente con las demandas del mercado. Además, la promoción de estas vías educativas como legítimas y valiosas debe ser prioritaria. Así, no solo se apoya el desarrollo de habilidades, sino que se transforma la percepción social de estas trayectorias formativas.

Este enfoque no solo beneficia a los nuevos graduados. Los profesionales en el trabajo también deben adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo. Para enfrentar el desafío de un entorno laboral tan dinámico, es imprescindible que los trabajadores mantengan sus habilidades actualizadas y relevantes. En este contexto, los métodos de formación en el trabajo, como las pasantías y la formación en habilidades específicas, pueden fomentar una cultura de aprendizaje que sostenga el crecimiento profesional.

La reestructuración del marco educativo requiere un esfuerzo colectivo para cerrar la brecha de habilidades. Es esencial que todos los actores involucrados, desde estudiantes hasta empleadores, trabajen juntos para construir un sistema que priorice las habilidades prácticas por encima de los títulos tradicionales: un cambio crucial para enfrentar los desafíos del futuro laboral.

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La Utopía de la Educación: Redefiniendo Habilidades y Empleabilidad Post-Covid

La pandemia de Covid-19 ha alterado nuestras vidas de innumerables maneras, y el mercado laboral no ha sido la excepción. Con la creciente automatización y la digitalización acelerada por el confinamiento, se hace evidente que las habilidades necesarias para el éxito profesional ya no se limitan a los logros académicos. La necesidad de un cambio en la forma en que abordamos la educación y la formación profesional es más urgente que nunca.

La Brecha de Habilidades Acelerada

Uno de los efectos más notables de la pandemia ha sido la exacerbación de la brecha de habilidades en el mercado laboral. Muchos trabajadores experimentaron un cambio drástico a un entorno de trabajo remoto, lo que resaltó la importancia de contar con habilidades digitales sólidas. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el desarrollo Económicos (OCDE), esta situación ha llevado a una creciente demanda de competencias digitales y de adaptación al cambio en la fuerza laboral.

La realidad es que antes de la pandemia, ya existía una brecha en la conexión entre la educación y la empleabilidad. Un informe de la OCDE mostró que muchos jóvenes estaban luchando por acceder a empleos de calidad, situación que se ha vuelto más crítica. Durante los primeros meses de la crisis, la tasa de desempleo juvenil se elevó a un alarmante 17.6%, mostrando que el impacto del Covid-19 ha sido devastador, especialmente para los jóvenes.

Hacia un Enfoque Basado en Habilidades

¿Qué medidas podemos tomar para abordar esta problemática? La respuesta podría estar en transformar la educación hacia un modelo que priorice habilidades prácticas sobre logros académicos tradicionales. Vocational Education and Training (VET, por sus siglas en inglés) y programas de aprendizaje se presentan como soluciones viables para equipar a los jóvenes con las competencias necesarias para un mundo laboral que cada vez demanda habilidades más específicas.

Estos programas, bien implementados, no solo ayudan a los graduados a encontrar empleos más rápidamente, sino que también les proporcionan un sentido de dirección y propósito. Un estudio realizado por el Foro Económico Mundial destaca que los graduados de VET tienen tasas de empleo más altas y menos probabilidad de enfrentarse a la sobrecalificación laboral. Esto significa que invertir en educación técnica no solo es ético, sino también económicamente sensato.

Es de vital importancia que tanto instituciones educativas como empleadores trabajen en conjunto para asegurar que el contenido del currículo en VET esté alineado con las demandas del mercado laboral. Las empresas no solo deben estar dispuestas a participar en la formación de futuros empleados, sino que también deben reconocer el valor de contratar a personas con habilidades prácticas, independientemente de su background académico.

En lugar de seguir midiendo el éxito de los jóvenes solo en función de sus calificaciones académicas, deberíamos crear un sistema que valore la experiencia práctica y las habilidades que pueden transferirse a múltiples disciplinas. Este cambio cultural no solo empoderará a los jóvenes, sino que ayudará a cerrar la brecha de habilidades que enfrenta nuestra economía actualmente.

Los gobiernos deben actuar con rapidez para implementar políticas que fomenten la formación y la recuperación económica. Como apuntó la OCDE, se deben crear nuevas oportunidades laborales, en particular para las poblaciones jóvenes que se están quedando atrás. Esto involucra no solo reimaginar la educación formal, sino también ofrecer programas accesibles y flexibles para todos.

La transformación del mercado laboral post-Covid es una responsabilidad compartida. Instituciones educativas, empleadores, legisladores y la sociedad en general deben trabajar juntos para crear un entorno en el que la educación se alinee con las demandas del futuro, permitiendo a todos los jóvenes alcanzar su máximo potencial sin las limitaciones impuestas por el pasado.

El camino hacia una economía más resiliente comienza por valorar las habilidades prácticas y fomentar un sistema educativo que no solo prepare a los estudiantes para copiar y memorizar información, sino que los capacite para innovar y adaptarse a un mundo en constante cambio. Solo así podremos salir fortalecidos de la crisis actual y construir un futuro más justo y sostenible.

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