Desde la llegada de la Covid-19, el mercado laboral ha vivido una transformación radical. La automatización, la economía gig y la inteligencia artificial no son solo conceptos del futuro; su aceleración ha sido palpable en la realidad laboral del presente. En el contexto actual, el vínculo tradicional entre logros académicos y empleabilidad está siendo cuestionado. ¿Es realmente la acumulación de títulos la mejor manera de asegurar un futuro laboral exitoso?
La Covid-19 ha aportado una claridad sin precedentes sobre la necesidad de un cambio en el enfoque educativo. Con la incertidumbre económica y el aumento del desempleo, es evidente que la priorización de habilidades prácticas y aplicables tiene un peso mayor que el de un currículum académico tradicional. Este fenómeno se ha intensificado, con una OIT reportando que uno de cada seis jóvenes ha visto su acceso al trabajo gravemente afectado.
Dadas las predicciones de que nos dirigimos hacia un futuro donde el 85% de los trabajos que existirán en 2030 aún no han sido inventados, la necesidad de preparar a los estudiantes y trabajadores para el mercado es más urgente que nunca. Un enfoque basado en habilidades, que priorice la capacitación práctica y la formación profesional, puede ser el camino a seguir.
La Educación Profesional y Técnica (VET, por sus siglas en inglés) ha demostrado ser una solución efectiva. En muchos países, los graduados de VET tienen tasas de desempleo considerablemente más bajas que sus pares en educación general. Esta tendencia histórica sugiere que, al vincular la educación a las necesidades del mercado laboral, se obtiene una fuerza laboral más preparada y resiliente.
La colaboración entre empresas, instituciones educativas y entes gubernamentales se vuelve fundamental. Los programas de aprendizaje y formación profesional deben diseñarse de manera que se alineen directamente con las demandas del mercado. Además, la promoción de estas vías educativas como legítimas y valiosas debe ser prioritaria. Así, no solo se apoya el desarrollo de habilidades, sino que se transforma la percepción social de estas trayectorias formativas.
Este enfoque no solo beneficia a los nuevos graduados. Los profesionales en el trabajo también deben adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo. Para enfrentar el desafío de un entorno laboral tan dinámico, es imprescindible que los trabajadores mantengan sus habilidades actualizadas y relevantes. En este contexto, los métodos de formación en el trabajo, como las pasantías y la formación en habilidades específicas, pueden fomentar una cultura de aprendizaje que sostenga el crecimiento profesional.
La reestructuración del marco educativo requiere un esfuerzo colectivo para cerrar la brecha de habilidades. Es esencial que todos los actores involucrados, desde estudiantes hasta empleadores, trabajen juntos para construir un sistema que priorice las habilidades prácticas por encima de los títulos tradicionales: un cambio crucial para enfrentar los desafíos del futuro laboral.
