México se encuentra en el umbral de una transformación laboral histórica. La reducción de la jornada de trabajo de 48 a 40 horas semanales, impulsada por el gobierno de Claudia Sheinbaum, representa una oportunidad única para modernizar el mercado laboral mexicano y alinearlo con estándares internacionales de bienestar y productividad.
El contexto de la reforma: más que un cambio de horario
La propuesta, originalmente presentada por la diputada Susana Prieto Terrazas en 2022, ha evolucionado hasta convertirse en una prioridad presidencial con implementación gradual hasta 2030. Esta reforma no es simplemente una reducción horaria, sino un replanteamiento integral de las dinámicas productivas que impacta profundamente la estructura económica y cultural del país.
De acuerdo con la encuesta Termómetro Laboral de OCC, el 68% de los trabajadores anticipa beneficios directos en su calidad de vida, incluyendo mayor tiempo para el ocio, reducción del estrés y mejor salud mental. Sin embargo, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) alerta sobre riesgos económicos inmediatos que requieren atención cuidadosa.
Impacto económico: los números detrás de la reforma
El aspecto más crítico de esta transición radica en su impacto económico. Las empresas mexicanas enfrentan dos escenarios principales para adaptarse a la nueva normativa:
Escenario 1: Pago de horas extras Las empresas que opten por mantener la producción actual mediante horas extraordinarias enfrentarían un incremento del 36% en costos laborales. Este aumento es particularmente sensible para las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs), que representan el 96% del tejido productivo nacional.
Escenario 2: Contratación de nuevo personal La alternativa de contratar más trabajadores para cubrir las horas reducidas implicaría un aumento del 22% en costos laborales. Aunque menor que el primer escenario, sigue representando un desafío significativo, especialmente considerando que el sector retail necesitaría aproximadamente 157,000 nuevos empleados para mantener su productividad actual.
Lecciones de Latinoamérica: experiencias comparadas
México puede aprender valiosas lecciones de las experiencias regionales. Ecuador, pionero con 40 horas desde 1997, mantiene una de las jornadas efectivas más bajas de la región (38.4 horas), aunque enfrenta desafíos en la adopción empresarial, con solo el 7% de las compañías implementando plenamente esta jornada.
Chile ha adoptado un enfoque gradual fascinante, reduciendo de 45 a 40 horas en cinco años (2024-2028) con innovaciones como la opción de trabajar cuatro días y descansar tres. Además, han logrado mantener productividad en el retail mediante una inversión del 8% del presupuesto en inteligencia artificial.
Colombia está implementando una reducción más moderada, de 48 a 42 horas para 2026, buscando equilibrio entre derechos laborales y competitividad. Su enfoque gradual busca mitigar impactos económicos mientras permite adaptación empresarial.
Desafíos críticos en la implementación
La transición mexicana enfrenta cinco desafíos fundamentales:
- Incremento de costos laborales: Un elemento crucial es que la reciente reforma para prevenir la trata de personas establece que obligar a trabajar jornadas superiores a las permitidas constituye delito, sancionable con 3 a 10 años de prisión. Esto refuerza la obligación de respetar los límites horarios y protege especialmente a trabajadores en sectores vulnerables.
- Adaptación tecnológica insuficiente: Muchas empresas mexicanas carecen de procesos optimizados y tecnologías que permitan mejorar la productividad por hora trabajada, especialmente las MiPyMEs con recursos limitados.
- Resistencia cultural: La cultura laboral mexicana tradicionalmente ha valorado la cantidad sobre la eficiencia. Cambiar esta mentalidad requiere programas de formación y sensibilización tanto para empleadores como trabajadores.
- Complejidad legal: La modificación de la Ley Federal del Trabajo implica ajustar normativas sectoriales y contratos colectivos, requiriendo coordinación entre autoridades, empresas y sindicatos.
- Protección de ingresos: Garantizar que la reducción horaria no afecte negativamente el poder adquisitivo de los trabajadores, especialmente en un país con salarios mínimos bajos y alta informalidad.
Recomendaciones estratégicas para el éxito
Para una implementación exitosa, México debe adoptar un enfoque integral basado en seis pilares fundamentales:
Implementación gradual y diferenciada: Establecer calendarios escalonados similares a los modelos colombiano y chileno, con diferenciación sectorial que reconozca particularidades de cada industria, permitiendo modelos flexibles como jornadas de 6×1, 5×2 o 4×3 días.
Fortalecimiento del diálogo tripartito: Crear espacios formales permanentes donde gobierno, empleadores y sindicatos definan acuerdos sectoriales, con participación activa de trabajadores para identificar procesos ineficientes y áreas de mejora.
Incentivos fiscales y apoyo financiero: Establecer fondos de apoyo para cubrir costos iniciales de nuevas contrataciones y capacitación, especialmente para MiPyMEs, facilitando el acceso a tecnologías de optimización.
Enfoque en productividad: Promover una cultura organizacional basada en resultados medibles, no en permanencia física, mediante capacitación continua y programas piloto para evaluar nuevas modalidades de trabajo.
Flexibilidad con protección social: Incentivar esquemas híbridos y teletrabajo, fortaleciendo empresas de servicios especializados mientras se combaten prácticas ilegales y evasión fiscal.
Monitoreo continuo: Definir indicadores clave sectoriales y publicar reportes trimestrales para transparentar avances, manteniendo diálogo con países que han implementado reformas similares.
El futuro del trabajo en México
La reducción de la jornada laboral representa una oportunidad histórica para modernizar el mercado laboral mexicano. Sin embargo, su éxito dependerá fundamentalmente de la capacidad del Estado, las empresas y los trabajadores para trabajar de manera coordinada, flexible y responsable.
El gobierno de Sheinbaum ha asumido formalmente el control del proceso, estableciendo mesas de diálogo del 2 de junio al 7 de julio de 2025 para definir el modelo de transición. Esta estrategia enfatiza el diálogo social, la gradualidad con meta en 2030, y la construcción de consensos antes de la aprobación definitiva.
La clave estará en evitar la improvisación y los impactos negativos que pueden derivarse de un aumento abrupto de costos laborales o caída en productividad. Solo con un enfoque integral, basado en diálogo social efectivo y políticas públicas sólidas, esta reforma podrá convertirse en un motor de desarrollo sostenible, equidad y bienestar.
México tiene la oportunidad de posicionarse como referente regional en innovación laboral, pero el éxito requerirá visión estratégica, compromiso multisectorial y ejecución cuidadosa que garantice beneficios reales para trabajadores, empresas y la economía en su conjunto.

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